“Los talleres llevan tantos años soportando las presiones por parte de las compañías aseguradoras que uno no sabe decir cuándo comenzó todo. Seguramente desde siempre. Pero lo cierto es que con el paso de los últimos años, en especial de esta última década, los abusos sufridos no sólo son más importantes, sino mucho más descarados.
Dos datos sirven para hacerse una buena idea del porqué de todo esto. Y es que mientras el precio de las pólizas de seguro ha descendido de los 402 euros de media en 2010 a los 342 de 2020 (un descenso cercano al 13%), el coste medio de las reparaciones que pagan ha permanecido más o menos estable en torno a los 880 euros en ese mismo periodo (un 10% por debajo del coste medio real, que se sitúa en 974 euros a día de hoy… se pasan el IPC por donde todos sabemos, vaya). Si las primas bajan de precio y el coste medio permanece estable, alguien está absorbiendo el impacto… los talleres. Qué sorpresa, ¿verdad?
La imposición del precio de la mano de obra, descuentos en los recambios que en numerosas ocasiones los talleres, a pesar de ser ellos quienes ofrecen la garantía de la reparación, no pueden ni siquiera elegir; utilización de los baremos de forma arbitraria en perjuicio de los reparadores, redireccionamiento de clientes… se han convertido en prácticas que por extendidas parecían casi aceptadas.
Cuando llegué al sector hace ahora más de diez años, como periodista asistía con asombro a este escenario. Los talleres aceptando (porque por mucho que se revolvieran, era lo que hacían) y las compañías escalando en su presión aprovechándose de la escasa formación de los empresarios de un sector a todas luces poco protegido por la ley…
Las patronales de talleres lo han intentado todo por los cauces legales, llegando en ocasiones a la incredulidad ante la falta de acción por parte de las administraciones y las autoridades competentes. La CNMC (Competencia) no sólo no hizo nada cuando en su día las patronales de talleres les hicieron saber el problema, sino que más allá de esto llegaron incluso a decir (de forma más o menos velada) que la situación les era agradable toda vez que la reducción del precio en las pólizas (aspecto clave en todo esto) incidía de forma beneficiosa en los usuarios, que pagaban menos por su seguro. Una vergüenza.
Y muchas veces se habla de unión cuando se analiza el modo de afrontar este gravísimo problema. Pero con unión no hacemos nada -porque no se hace realmente y porque está más que contrastado que es inviable tenerla-, hay que utilizar la ley: cada uno en su casa, y las patronales haciendo labor de lobby.
Por eso, la demanda presentada hoy por parte de cuatro patronales de talleres (Cetraa, Conepa, Fagenauto y Ganvam) –puedes leer la noticia completa pinchando aquí– me parece una iniciativa para aplaudir. Es novedosa, porque no pone el foco en las aseguradoras sino en quien les permite operar de la forma en que lo hacen (el estado español), elevando la queja a instancias superiores (Europa) para que desde allí se obligue a cumplir la ley. Porque lo que se pide no es más ni menos que eso: cumplir la ley.
Las aseguradoras, a tenor de la demanda presentada por las patronales, vulneran en su relación con los talleres cuatro directivas europeas y numerosos artículos del Tratado de Funcionamiento de la UE.
Ojalá llegue a buen puerto, porque será bueno para todos. Estamos, quizá, ante el primer paso de un antes y un después.
Si yo fuera responsable de alguna entidad que desde la Administración española esté permitiendo esto, me lo haría mirar… Que cuatro patronales españolas tengan que acudir a instancias europeas para reclamar que se cumpla la ley, es para que a más de uno se le caiga la cara de vergüenza.
¿Es este el principio del fin del abuso de las aseguradoras? Ojalá…”.
Pues sí, amigo Carlos, así ocurre y la pena que a mí me da es la cantidad de talleres que se componen de familias empeñadas hasta las cejas para sacar adelante un negocio y que han tenido que cerrar las puertas y seguir pagando esas deudas por la vanidad, prepotencia, etcétera, de las compañías de seguros y con la pasividad de esta administración que debería hacer cumplir la ley.
También es cierto que la mejor manera, y no me cansaré nunca de decirlo, es la formación. “Sin armas no se va a la guerra” y eso es lo que hacen las compañías de seguros, aprovecharse de la ignorancia. Doy fe de ello. A mí me pasaba. Ahora les hablo de tú a tú a los peritos y sin discutir nada, tan solo les demuestro con la ley en la mano lo que tienen que cumplir y si no, la ley se encargará de ellos. Se les cambia la cara de prepotentes cuando le arreas en su mismo juego y cuando ven que no eres un pelele que no sabe de leyes. Esto no va solo de coger el martillo y la pistola. Querría hacer alguna pregunta:
¿Cuántos de vosotros sabéis leer e interpretar una peritación? El porcentaje creo que no llegaría ni al 30%.
¿Cuántos de vosotros pensáis que los precios que imponen las compañías de seguros en vuestros talleres es lo que hay?
¿Cuántos de vosotros pensáis “cómo voy a enfrentarme a quien me manda el trabajo”?
¿Cuántos de vosotros estáis dispuestos a decir basta y enfrentarse a las aseguradoras?
Espero que esto sea un punto de reflexión. Que cada uno saque sus conclusiones y que pelee por lo que es suyo y no de unas aseguradoras.
Yo me enfrento a ellas y no he tenido que cerrar.
Un saludo a todos.