Después de que se conociera hace unas semanas que Europa investigará si las aseguradoras abusan de los talleres en España, el sector de la reparación sigue denunciando las malas prácticas de las compañías que aumentan las tensiones entre ambos sectores y que afectan a la rentabilidad del taller.
En este caso ha sido Aspa, la asociación de talleres de Asturias, la que ha denunciado que el hecho de que las aseguradoras “no respeten los precios de mano de obra que establecen los talleres” en sus tablones, afecta considerablemente a su rentabilidad: “Imponen el precio, sencillamente. Es su manera de actuar y ya está. Es como si en una cafetería solo quieres pagar 50 céntimos por un café que cuesta 1,50 euros”, señala Isabel Barja, secretaria general de Aspa.
Tal y como está la situación económica actual, con el IPC al 10%, Manuel Fernández Antuña, vicepresidnete de Aspa, recuerda que los costes de los talleres han crecido un 300% y que la posición que ocupan las compañías en las reparaciones de sus clientes, les dificulta compensar estas cifras.
Los portavoces de Aspa explican que las compañías son el “intermediario del 80% de los clientes” de los talleres, y al ocupar este papel “impiden que los talleres puedan repercutir en sus clientes el aumento de costes” porque, “no pagan el precio de mano de obra” que cada taller tiene fijado en su tablón. Es más, denuncian que “solo pagan de media entre el 2% y el 3%” y que “con esos precios, los talleres no pueden subsistir”.
Aspa ha denunciado ante el medio que si bien el millar de talleres que hay en Asturias fijan el precio de mano de obra según sus costes fijos de energía, personal y suministros, “las aseguradoras no respetan las tarifas”. Y pone un ejemplo: “En un taller que fija un precio de 40 euros por hora, las aseguradoras dicen que solo pagarán 32, argumentando que el precio medio tiene que ser ese”.
Asimismo, aseguran que este problema es generalizado: “Quizá haya talleres concretos a los que les estén pagando más, pero de media los pagos solo han subido el 2%”, concluye Barja.