“De casualidad, hace unas semanas, hablé por teléfono con el histórico gerente de un importante taller de Madrid. Más de quince empleados en un negocio asociado a una importante red de talleres de un grupo de distribución. Y me contaba que tendrían que cerrar. No inmediatamente, pero que lo veía mal para tener viabilidad a más de tres años vista.
Me sorprendió, porque son un negocio conocido -y reconocido-. Y quise indagar.
Con total franqueza me contaba el motivo que les estaba llevando a una situación crítica. Apuntaba a los rénting y me contaba que trabajar para estos colectivos les estaba ahogando: “Nos pagan la mano de obra a menos de treinta cuando nosotros la tenemos a más de setenta al público”.
Le pregunté lo evidente: ‘¿Y por qué no dejas de trabajar con estas compañías?’. Su respuesta me dio qué pensar: “Porque somos un taller grande, con una necesidad importante de volumen, y las compañías de rénting nos llenan la nave”. Él estaba convencido de que necesitaba el trabajo que le enviaba el rénting y yo no entendía por qué quería seguir trabajando cada vez más en coches en los que solía perder dinero.
¿Conclusión? “Habrá que cerrar”.
El caso es que lo que me contaba este taller me recordó a lo que vivimos en nuestro sector en aquellos años posteriores a la crisis de 2008. Parece que se trata de algo cíclico: en época de crisis -en este caso, con la resaca del coronavirus-, miramos con ojos de deseo a las llamadas compañías proveedoras de trabajo. Aquello años fueron los del ‘boom’ de los rénting: muchos talleres quisieron llegar a acuerdos o entrar en redes que los tuvieran. Las redes en muchos casos los buscaron como locos. Estaba de moda.
“El rénting hay que saber trabajarlo”, me dijo en su día el director de una importante red de talleres con implantación ibérica: y no debe sobrepasar el 20% del volumen total del negocio.
Es imposible evitar la similitud con las aseguradoras, aunque en el caso del rénting es aún más peligroso, porque el dueño del coche es el mismo que quien paga la factura.
Se da la circunstancia además de que una parte muy importante de las reparaciones son manejadas a su vez por los llamados AMC, compañías intermediarias que, por medio de prácticas abusivas en muchos casos, no hacen más que estrangular el margen del taller sin aportar valor alguno en la cadena. Para eso les contratan los rénting -o los ‘rent a cares’ o las aseguradoras, flotistas, etc.-, ni más ni menos.
Estoy percibiendo que vuelve la moda del rénting. Creemos que nos faltan, o nos van a faltar, coches en el taller y vamos a buscarlos como locos. No digas no, pero analiza.
Ojo. Ojo con el rénting”.
Es un artículo de opinión publicado en el periódico número 72 de La Comunidad del Taller. Una edición que acabamos de terminar y que durante los próximos días llegará a más de 7.000 talleres en toda España. Si aún no lo recibes, escribe un mail a prensa@lacomunidaddeltaller.es