Me acuerdo de cuando se empezó a hablar de los talleres concertados, o de cuando cogió fuerza la figura del taller colaborador, prestigioso o como quieran definirlo.
Me acuerdo, incluso, de preparar una especie de carta de presentación de mi taller que mostrarle a las compañías, de mis servicios y del porqué yo creía que concertarme con ellas iba a ser beneficioso para ambos. También de cómo después de varios intentos ineficaces hubo una compañía que, al menos, me tomó en cuenta y se dignó a contestarme y a darme una oferta.
Cuando la recibí entendí que eso no era una colaboración para ganar todos. Parecía más bien que quien ganaba era solo la compañía de seguros.
Me pedían una serie de servicios extras que me suponían una inversión enorme, además de ofrecerles a los clientes unos servicios directamente gratuitos priorizando sus reparaciones antes que las de otros. Pero lo que realmente me hizo desengañarme fue que a la subida del precio de mano de obra -lo que en principio serviría para paliar todos esos gastos extra- se añadían una serie de descuentos dependiendo de la subida: un tanto por ciento a materiales, otro tanto por ciento a la mano de obra, varias combinaciones de descuentos más grandes o más pequeños a total de factura o a ciertas partes, etc.
Ante esto, yo como “empresario” decidí echar números a ver qué opción me compensaba más. Resulta que comparando varias valoraciones de esa compañía vi que combinando todas las posibilidades, de todas las maneras posibles, no había ninguna que el total de la factura subiera un céntimo, de hecho todas bajaban el total.
Esa oferta se rechazó. A mi entender, lógicamente, si pierdo 10 euros en un coche, en 100 coches perderé 1.000 euros. Y entendí dónde estaba la cara oculta de concertarse con las compañías, o al menos en mi taller esas fueron las condiciones. Para nada favorables.
Sin embargo, los talleres cada vez se concertaban más y más, e incluso un mismo taller se concertaba con varias compañías. Mi cabeza no entendía cómo hacían para que les saliera rentable ese acuerdo, aunque, claro, mi taller es pequeño, entonces un taller como esos tan grandes podrían negociar desde una posición muy superior.
El caso es que, con el paso de los años, y viendo todo con perspectiva, mientras que antes pensaba que era una mala gestión para el taller el concertarse con una compañía, a día de hoy casi me atrevería a confirmarlo. Ojalá me equivoque y los talleres concertados hayan negociado bien y sean capaces de sacar beneficio a todos los servicios que ofrecen gratis, pues cada vez las compañías intentan controlar más apartados del taller, como la compra de recambios o la marca de la pintura.
Esto hace que el taller no tenga otros campos donde rentabilizar sus trabajos, y que solo pueda ganar rentabilidad con la mano de obra a la que, recordemos, también se le aplican descuentos y, -repito- ojalá me equivoque, posiblemente haya hasta algún acuerdo extra, o servicio que ni siquiera sea conocido.
Hago un llamamiento para que algún taller concertado que me esté leyendo se ponga en contacto conmigo y me explique cómo consigue sacar beneficio y si realmente ha negociado bien con alguna compañía. Sospecho que los talleres concertados han negociado todo lo bien que deberían para poder rentabilizar los trabajos sacando un beneficio justo, y que ahora al atarse a una o varias compañías tendrán que hacer todas las inversiones necesarias para sacar todo el volumen de trabajo, tanto en ampliación de personal o instalaciones con dobles o triples cabinas, pero que les es imposible de amortizar.
En aquello años todo el mundo en el sector vaticinaba que este tipo de trabajo era el futuro, me refiero al trabajo de alta producción y alto volumen, procesos en cadena, “smart repair”. Algo basado en el tipo de comercio low cost, poco beneficio/alto volumen de ventas. Una rueda en la que si quitas el volumen no consigues amortizar las instalaciones y los operarios, pero en la que si quitas operarios no consigues sacar el trabajo…
Desde luego, que cada uno manda en su casa, y si eres taller concertado, y realmente has negociado bien las condiciones, un precio de mano de obra que te permita tener beneficios, unas valoraciones justas donde se tengan en cuenta tus conocimientos técnicos y periciales, unos servicios gratuitos que añaden valor a tus reparaciones compensados mínimamente de alguna forma en la factura final, la utilización de un baremo de pintura justo, y que todo este cúmulo de cosas te permitan, en definitiva, ser rentable dando calidad a tus reparaciones, que sepas que tienes todo mi respeto. Y el de todo el sector. Habrás sido un gran empresario y has dado valor y dignidad al oficio.
Si por el contrario no has sido capaz de negociar de esta manera… taller concertado, existe vida fuera de las imposiciones de las compañías.
Bravo !!!
Gracias por este gran artículo
Estoy totalmente de acuerdo con la reflexión.
Me gustaría que me explicasen la rentabilidad trabajando a 34 euros la mano de obra y haciendo un 10%de descuento al total neto de la factura con 20 trabajadores.