Cuando hace seis meses escribí en este blog el artículo titulado “La tormenta perfecta”, mucha gente me llamó pesimista y alarmista: “Nuestro sector siempre sobrevive y no cierran talleres, incluso se abren otros nuevos”, me decían.
El devenir de los acontecimientos nos está demostrando que este sector de supervivientes ya no puede más y quizá las propias aseguradoras ya son plenamente conscientes de que esto tiene que cambiar.
El actual modelo de relación aseguradora-taller está agotado y no es sostenible en el tiempo. Las compañías han empezado a perder dinero en sus divisiones de auto debido, en gran parte, a las ridícula guerra de primas que han promovido y que ahora empieza a cobrarse sus primeras víctimas.
Por otra parte, desde el sector el clamor es unánime: desde las principales patronales con denuncias a nivel europeo, hasta las asociaciones provinciales con un Plan de Defensa de la Carrocería, promovido por Conepa, y que ha llevado a que se presenten estudios de coste/hora, a que se cuestionen los baremos, a que se denuncien de manera pública las malas prácticas de algunas aseguradoras, a que se presione a las principales compañías para que actualicen sus precios/hora con arreglo al IPC, y a que se promuevan herramientas para la reclamación de siniestros en aquellos casos donde no cabe la negociación.
Recientemente hemos visto el nacimiento de nuevas iniciativas, constituidas por los mayores talleres de carrocería de distintas provincias. Aquellos que habiendo entrado en el juego de la concertación y los volúmenes de reparación, admiten ahora que el modelo hace aguas y que es imposible continuar reparando sin perder dinero…
Si las compañías pretenden que parte de ese cambio pase por un mantra que empiezo a oír en todos los actos a los que acudo, llamado sostenibilidad, y que quieren explicar como reparabilidad, utilización de recambio de desguace, etc., que se vayan preparando porque vienen curvas.
La sostenibilidad a la que se refiere la agenda 2030 es el desarrollo de una actividad que asegura las necesidades del presente sin comprometer las necesidades futuras. Aplicando esto a nuestro sector, el Módulo de Compensación (viene a ser la media del valor de reparación de un siniestro) del convenio CICOS (CIDE/ASCIDE) para automóviles era de 882 euros en 2010 y ha sido de 907 euros para 2022, es decir, ha tenido un incremento del 2,83%. Si lo comparamos, el incremento entre febrero de 2010 y febrero de 2022 de la variación del coste de la vida, ha sido del 21,4% respecto a 2010. Hablemos de sostenibilidad y digamos que no puede existir sostenibilidad sin rentabilidad. Os recomiendo leer este artículo de Francisco de la Puente Álvarez, presidente de APCAS.
Las compañías aseguradoras han convertido un sector que era perfectamente rentable y del que vivían muchas familias de manera directa e indirecta en un negocio donde nadie gana dinero, ni siquiera ellas, a la vista de las últimas cifras publicadas por las principales compañías de auto de este país.
Auguro un 2023 donde el taller, cada vez más formado e informado, empezará a decir “no” a ciertas reparaciones y, sobre todo, empezará a no comprarle el problema al asegurado, explicándole cuáles son los derechos que tiene por el hecho de haber firmado un contrato de seguro con una compañía que tiene una serie de obligaciones legales que no se están cumpliendo.
En cuanto a la sostenibilidad, entendida por algunos con ciertos intereses espurios como la utilización de piezas de desguace para abaratar el coste medio de reparación cuando ya se demuestra imposible su reparación por parte del taller, les diría que aunque intentemos darle una “patina” de sostenibilidad llamándolo recambio verde, este tipo de recambios está perfectamente definido en el ordenamiento jurídico que rige al taller y se concreta en el artículo 9C del Real Decreto 1457/1986, de 10 de enero, por el que se regulan la actividad industrial y la prestación de servicios en los talleres de reparación de vehículos automóviles de sus equipos y componentes. En él se dice: “Previa conformidad escrita del cliente, podrán utilizarse piezas usadas o no específicas del modelo de vehículo a reparar, siempre que el taller se responsabilice por escrito de que las piezas usadas se encuentran en buen estado o de que las piezas no específicas permiten una adaptación con garantía suficiente en el modelo de vehículo que se repara, en los casos siguientes: por razón de urgencia justificada; por tratarse de elementos de modelos que se han dejado de fabricar y de figurar en las existencias normales de los almacenes de repuestos; por cualquier otra razón aceptada por el usuario, siempre y cuando no afecte a elementos activos o conjuntos de los sistemas de frenado, suspensión y dirección del vehículo”.
Termino citando al maestro Ortega y Gasset cuando dijo: “Toda realidad ignorada prepara su venganza”. Tomen nota señores, siéntense a dialogar y busquen un modelo de relación aseguradora-cliente-taller que sea sostenible en el tiempo, donde se pueda atraer talento joven y mantener a todas esas familias que directa o indirectamente viven de este sector, porque si no van a tener un conflicto insostenible.