‘Faltan profesionales… ¿Los jóvenes ya no quieren ser mecánicos?’. Así rezaba el titular de una noticia publicada el pasado mes de marzo en nuestra web. La cantidad de comentarios recibidos por nuestros lectores -más de 160 en apenas unas horas en nuestros perfiles de Facebook y LinkedIn- dan cuenta de que estamos ante un problema de calado.
En otras ocasiones ya habíamos hablado del déficit de mano de obra en el sector, pero en esta ocasión era diferente. Porque lo que nos permitía el debate generado entre nuestros seguidores en nuestras redes sociales era precisamente pulsar la percepción de quienes sufren este problema en primera persona. Analizamos esta charla, que surgió de forma espontánea, para conocer el sentir de todos ellos. Después de hacerlo, la conclusión es que se trata de un cóctel de muy difícil solución…
Salarios bajos
Los trabajadores del sector iban poniendo el dedo en cada una de sus llagas.
Y de lo que más se hablaba es de los salarios. Andrés Moreno -todos los nombres que aparecen en este reportaje son usuarios reales de Facebook o LinkedIn, que comentaron la noticia compartida en nuestras páginas oficiales-, un joven de dieciocho años que acababa de entrar en la profesión, explicaba su visión: “Acabé recientemente de estudiar y empecé a trabajar como chapista. Si no cambian las condiciones y no hay mejoras salariales, de aquí a unos años no habrá profesionales en el sector”. Más claro, difícil.
Lo mismo que Nando Rodriguez: “Tengo 29 años y llevo desde los 15 en el sector… la verdad es que me estoy planteando dejar el taller por los sueldos tan bajos que tenemos”.
Otro de los lectores, Edu Cernadas, aludía también a la actualización de los salarios: “Un oficial de primera gana lo mismo que hace veinte años (…)”. Su reflexión sin embargo terminaba por ser diferente, ya que introducía la comparativa con otros sectores. Y lo que decía era interesante: “¿Ganar lo mismo que un peón a jornada intensiva y sin responsabilidad? Prefiero ser peón”.
Había más comentarios que incidían en esa comparación… Y nuestro sector salía mal parado. Lo explicaba Pedro Pablo Ungria: “Yo estudié electromecánica, estuve año y medio en un taller y con las horas que se echaban (no recuerdo menos de diez ningún día), ganaba lo mismo o menos que en otro gremio donde trabajo con mayor comodidad y echando menos horas”.
“Un oficial de primera gana lo mismo que hace veinte años (…) “¿Ganar lo mismo que un peón a jornada intensiva y sin responsabilidad? Prefiero ser peón”.
“¿Para qué me voy a formar si cobro lo mismo que en un trabajo no cualificado?”, se preguntaba Rubén Martínez, en esta misma línea.
Y es que la comparación aparecía de forma repetida en numerosos comentarios. Omar Rodríguez explicaba su punto de vista: “Llevo casi 15 años en el taller y con los sueldos que se mueven es normal que la juventud no quiera trabajar en el sector. En cualquier otro oficio se gana más y con menos responsabilidad”. Igual que José Vicente Navarro: “Llevo toda la vida en el sector. Los jóvenes no quieren trabajar en el taller porque es un oficio duro. Cuando el estudiante de FP llega al taller se da cuenta de que le queda el 90% del aprendizaje y al mismo tiempo descubre que cuando complete esa formación ganará más o menos lo mismo que un reponedor en un centro comercial”. “Es un oficio mal pagado, muy sacrificado y que requiere de muchos años de experiencia y continuo reciclaje”, señalaba J.J. Redondo.
Xavier Angulo ponía no sólo el foco en lo que se cobra… lo hacía también en las condiciones: “Los salarios no están acorde con los horarios de los talleres. Al final es esclavizarte de lunes a viernes para poca cosa. Luego está el tema de las categorías: a pocos jóvenes buenos o muy buenos se les reconoce, así que terminan por preferir cualquier fábrica en la que ganarán lo mismo pero sin trabajar tantas horas, ni tener la responsabilidad que se tiene con las reparaciones”. Y José Pomo lo tenía claro: “A ver quién quiere tener la ‘ostia’ de responsabilidad por un sueldo mísero. No olvidemos que de la reparación de un coche depende la seguridad de una persona”.
Sueldos bajos para una responsabilidad tan alta, podría ser la conclusión. Un trabajo duro, con horarios no siempre sencillos para la conciliación de la vida privada, que compite con otros mucho menos cualificados pero con similar remuneración y mucho menos exigentes en términos de formación, responsabilidad e incluso esfuerzo físico.
De este modo lo veían algunos de los profesionales que comentaban la noticia.
Falta de apoyo… y de interés
Lo enriquecedor de este debate surgido de forma espontánea es que los empresarios respondían de forma inmediata. Y de sus comentarios podían extraerse también conclusiones de lo más interesantes.
Porque el problema no es que no se quiera contratar a profesionales jóvenes que alimenten el empleo en el sector, sino que hacerlo es demasiado caro para las empresas. “El Estado debería sufragar los coches de los chavales”, decía Jose Vicente Verges. Daba en un clavo al que también atizaba Jose Julian Morales: “Es verdad que cuesta mucho sacar profesionales jóvenes, pero no se nos puede cargar la formación a los talleres. Lo que tendrían que hacer las administraciones es ayudar en ese aspecto con bajada de impuestos, de la seguridad social…”.
“¿Qué se piensan, que no tenemos ganas de contratar?”, se preguntaba de forma retórica Estefan T. Urbell: “Pero por lo que cuestan y los problemas que tenemos…”.
“Es verdad que cuesta mucho sacar profesionales jóvenes, pero no se nos puede cargar la formación a los talleres. Lo que tendrían que hacer las administraciones es ayudar en ese aspecto con bajada de impuestos, de la seguridad social…”.
E iba un poco más allá, afirmando que tampoco es sencillo encontrar jóvenes que lleguen al taller con ganas de poner toda la carne en el asador: “He tenido muchos chavales jóvenes en el taller y de diez, uno tiene ganas. Esta es una profesión de vocación: si quieres ser buen profesional y cobrar como tal, hay que estar aprendiendo continuamente. Antes podías coger un chaval jovencito para darle un sueldo de aprendiz y que fuese aprendiendo, pero ahora con las nuevas leyes es imposible: te cuesta lo mismo que un oficial de segunda”.
Era muy interesante la reflexión de Urbell, ya que de algún modo invitaba a los jóvenes a invertir durante un tiempo en ellos mismos, con el objetivo de alcanzar en algún momento una productividad que permitiera a los empresarios afrontar un mayor salario.
“He tenido muchos chavales jóvenes en el taller y de diez, uno tiene ganas. Esta es una profesión de vocación: si quieres ser buen profesional y cobrar como tal, hay que estar aprendiendo continuamente”.
Muchos propietarios de talleres ponían de hecho el foco en la dificultad de encontrar jóvenes con ganas de aprender, siendo además el coste de sus contratos muy alto. De los comentarios se entendía que existe un grave problema de apoyo a las empresas, porque aquellos que comentaban la noticia no se quejaban de no tener trabajo suficiente para poder contratar, lo hacían de falta de apoyo por parte de la Administración. La figura del antiguo aprendiz aparecía varias veces durante la ‘conversación’, aludiendo a ella en muchas ocasiones con cierto anhelo.
José Luis Rivera no veía fácil la solución: “Faltan y van a faltar más -profesionales-. El que hace un grado medio o superior aún tiene mucho que aprender. Los que quieren acercarse a este mundo como antes lo tienen imposible. Un empresario debe pagar por tener un chico aprendiendo, con una producción prácticamente nula, y con cuidado porque si aprieta un poco no es difícil que el chaval pegue la ‘espantada’. Es muy complicado”.
Óscar Trigos introducía algunas ‘X’ más a la ecuación, hablando de la formación de los jóvenes que tienen que alimentar el empleo en el sector: “A las empresas les cuesta mucho dinero enseñar a alguien, los sueldos son malos por lo mal que están pagadas las reparaciones y las FP no enseñan todo lo que deberían enseñar… son los ingredientes perfectos para que falten profesionales en el sector”.
Y como no hay nuevos profesionales que cubran las vacantes de los que se van jubilando, o al menos no para hacerlo con el mismo nivel de los que van saliendo del mercado, se viene produciendo también un efecto ‘burbuja’ con los salarios de aquellos oficiales contrastados: “Antes con cincuenta años nadie te quería y ahora se matan por tenerte”, decía otro de nuestros lectores.
Y mientras los empresarios se quejaban de no encontrar chavales con ganas, algún joven entraba en el debate asegurando que nadie le daba una oportunidad: “He estudiado electromecánica, me encanta el mundo de la mecánica y lo único que he encontrado después de las prácticas es que nadie quería gente sin experiencia. Siempre he encontrado el rechazo de todos los talleres donde he dejado mi currículum porque sólo hice prácticas… Que nadie me venga a decir que no tenía ganas: yo quería trabajar de esto y nadie me dejó”, detallaba Iván de Juane…
“He estudiado electromecánica, me encanta el mundo de la mecánica y lo único que he encontrado después de las prácticas es que nadie quería gente sin experiencia. Que nadie me venga a decir que no tenía ganar: yo quería trabajar de esto y nadie me dejó”.
“Si el taller tiene que pagar lo mismo por un aprendiz que por un oficial que le va a sacar trabajo y facturación, optan por el oficial de 3° o 2°. Pocos talleres optan por coger a un aprendiz sin experiencia y darles una oportunidad”, afirmaba Alberto Palomo en LinkedIn.
Como decíamos al principio, menudo cóctel…
La FP, señalada
La FP aparecía como una de las grandes señaladas. Xavier Angulo afirmaba que “está completamente descatalogada: “Sales con 21 o 23 años y resulta que no sabes casi nada”.
“Existe una falta de profesorado apto y reciclado…”, comentaba Eliseo Torrente, que terminaba de explicarse con un ejemplo: “Cuando fuimos servicio oficial Citroën los técnicos hacíamos un examen anual. De la parte en la que estabas más flojo, ibas a hacer un curso para reforzar esa materia pendiente”. Esa actualización es la que falta desde su punto de vista, mirando en este caso a parte del profesorado: “Yo nunca estudié tanto como cuando dejé de estudiar”.
Para Fabio Romay, lo que falla no es la teoría: “Ningún estudio teórico sobra, por muy básico o anacrónico que sea, falta muchísimo conocimiento de base”. Lo que considera necesario sin embargo es poner el foco durante las prácticas en los porqués más que en la resolución concreta de los problemas: “Hay que evitar que un mecánico, durante las prácticas, copie lo que hace el instructor, ha de entender lo que su instructor está haciendo (…) Eso les impide razonar para llegar a ser un buen diagnosticador”.
Un profesor, Alberto Martín, alertaba de la falta de medios con la que deben lidiar los institutos y pedía de paso ayuda a las grandes empresas que pueden donar esos materiales tan necesarios para la formación de los estudiantes: “Tanto en Grado Medio como en Grado Superior, todos los módulos están en torno a un 75% de horas prácticas, pero por desgracia no contamos con recursos suficientes para formar a 33 alumnos que tienen que realizar procesos operativos en los que la inversión es enorme”. E iba más allá: “El 75% del tiempo lo pasan haciendo prácticas que simulan procesos operativos reales: no disponemos de 33 máquinas de soldar, coches para todos los alumnos, material, ni espacio donde podamos realizar todo tipo de reparaciones. Esta es la realidad”. Interesante reflexión.
Una visión que compartía un estudiante, Andrei Daniel G.: “Quedé con muy mal sabor de boca al terminar el Grado Medio de Electromecánica. Cuando tocaba práctica en el primer año, había herramientas importantes estropeadas. En muchas además sólo unos cuantos podían aplicar la teoría aprendida, mientras otros se quedaban viéndolo por la falta de herramientas/vehículos/tiempo para realizarlo”.
Muchos hablaban además de separar las especialidades de mecánica y carrocería desde el inicio, porque de ese modo podrían emplearse los escasos recursos que se tienen de una forma más eficaz, además de que los perfiles se ajustarían más a la realidad de taller.
Jose Jesus Yoni aseguraba que la FP debería complementarse en la empresa privada “motivando salarialmente a los buenos oficiales con experiencia para que enseñen a jóvenes”. Una reflexión que en cierto modo nos devolvía al inicio: ¿Quién se hace cargo de ese coste? Pero ese vínculo con los oficiales con experiencia era otro de los comentarios que más aparecían: “La formación se empieza desde abajo con un buen maestro. Llevo cincuenta años trabajando en el oficio, empecé con 13 de aprendiz en un taller… lo ideal desde mi punto de vista sería compartir mínimo tres años con un profesional para que se adquieran las habilidades del maestro”.
Lo que quedaba en evidencia es que el sistema, tal y como está planteado, no funciona. Era en lo único en lo que todos estaban de acuerdo: “La FP necesita un serio cambio en su modelo. “El Gobierno también para una formación dual de calidad”, decía en LinkedIn Emilio David Rodríguez.
¿Conclusión?
En cualquier caso, y una vez presenciada esta ‘charla’ producida de manera espontánea, el análisis parece señalar hacia una única parte. Porque los empresarios tienen trabajo y ganas de contratar -se están fichando profesionales cualificados de unos talleres a otros, incrementando en muchas ocasiones de forma ‘artificial’ los salarios en estos casos- y cada año, según cifras oficiales, salen más de 11.000 chicos y chicas de las FP de Automoción con ganas de trabajar en un sector en el que al final sólo terminan encontrando hueco el 10% (poco más de mil)…
Lo que falta es ayuda de la Administración para que el salto de la formación a la vida laboral no sea tan grande en términos formativos y para que contratar jóvenes aún poco productivos no sea una losa económica para las empresas, que en nuestro sector son fundamentalmente micropymes -el 65% no tiene más de dos trabajadores-.
¿Por qué no recuperar la figura del aprendiz? ¿Por qué no bonificar al 100% los costos salariales de estos jóvenes durante un tiempo? ¿Por qué no pagar incluso a las empresas para que terminen por formarles, bonificando su contrato cuando se convierta en un oficial productivo? ¿Por qué la Administración conoce el problema y no hace nada para solucionarlo?
El déficit de recursos formativos en las FP podría solventarse con una buena entrada en las empresas. Sin embargo, muchos profesores aseguran que la FP Dual, que bien planteada podría ser una buena baza, es una traducción nefasta del modelo alemán.
Visto el debate, probablemente, el problema no sea ni de los jóvenes ni de las empresas… En gran parte, por tanto, estamos en manos de la Administración… y no hay peor noticia que esa.
¿Por qué no recuperar la figura del aprendiz? ¿Por qué no bonificar al 100% los costos salariales de estos jóvenes durante un tiempo? ¿Por qué no pagar incluso a las empresas para que terminen por formarles, bonificando su contrato cuando se convierta en un oficial productivo? ¿Por qué la Administración conoce el problema y no hace nada para solucionarlo?
Buenas tardes, despues del primer escrito reitero en este segundo mi posicion sobre este asunto ya que estoy viviendo de primera mano las consecuencias de un nefasto sistema..tengo una alunna de practicas en mi taller que viene rebotada de un concesionario en formacion dual ..tiene ciclo medio y quiere seguir en este curso venidero el ciclo superior en formacion dual, se pone en contacto con el centro de referencia de la zona y le comunican que NO puede hacer en mi taller la formacion dual del ciclo superior x que ya tienen convenio con otros talleres..resulta que eses talleres son CONCESIONARIOS a los cuales suelen mandar el grueso de alunnos quedando el taller libre sin opciones. usan el metodo chino ..probar 1000, quedarse con uno y el resto desecharlo..eso esta pasando y no se dice ..MUY TRISTE..nO QUIERO IR EN CONTRA DEL SERVICIO OFICIAL pero NOSOTROS TAMBIEN FORMAMOS Y DE UNA MANERA PRACTICA,CON MULTIPLES MARCAS DE VEHICULOS Y DE DIFERENTES RANGOS TECNOLOGICOS..BASTA YA DE MAREAR LA PERDIZ..HAY QUE HABLAR ALTO Y CLARO SOBRE ESTE ASUNTO.. ME GUSTARIA SABRE VUESTRA OPINION TAMBIEN….
Totalmente de acuerdo con el articulo, nos cuesta casi igual contratar a un técnico recién salido de formación profesional y sin experiencia que a un oficial de 2ª con experiencia, los costes de seguridad social no los tenia que asumir el taller dos años de exención, eso hace años ya estaba y se elimino, y fue cuando dejamos de tener técnicos, nos están faltando ya varias generaciones de técnicos por los costes,
según mi estudio hablamos de 2.175 mensuales de un chico que hay que formarlo, es una barbaridad.
saludos.