El Gobierno se plantea crear nuevas subetiquetas medioambientales que sean menos restrictivas. Sin embargo, no se avanzará en el nuevo sistema en lo que queda de legislatura. Así lo ha anunciado Jorge Ordás, subdirector general de Gestión de la Movilidad y Tecnología de la DGT, en la reunión de la Fundación PONS y PONS Mobility a la que asistieron operadores privados y responsables públicos para debatir sobre el futuro de la movilidad en la ciudad.
Estas etiquetas medioambientales, tal y como explicó en su momento la Dirección General de Tráfico, permiten clasificar los vehículos que circulan por el territorio español según cuál sea su eficiencia energética, de más contaminantes a menos. Una forma de controlar las emisiones de CO2 que provocan los vehículos.
En la mesa redonda, Ordás expresó que, aunque hay interés en el sistema de las nuevas subetiquetas, la pandemia ha motivado que de momento se haya decidido no avanzar en esta materia en lo que queda de legislatura, y que, al menos, hasta 2024 no entre en vigencia el nuevo sistema. Además, meses antes, el Gobierno también admitió que, por falta de consenso con el sector, no se reformaría el sistema de distintivos de Tráfico.
Relajar las restricciones
Si bien Ordás no profundizó en los detalles relativos a las nuevas etiquetas, afirmó que la idea estaba orientada a que se relajaran las restricciones a las que se ven sometidas los turismos. “Los ayuntamientos, dentro del debate que se ha generado con las etiquetas, siempre nos pedían que creáramos compartimentos más pequeños, que hubiera un B+, un B-, un C+ y un C- para permitir hacer políticas de movilidad más inteligentes”, comentó.
El representante de la DGT no aclaró explícitamente si con las nuevas categorías los conductores de vehículos B y C podrán acceder a las Zonas de Bajas Emisiones en los casos en los que vayan acompañados por uno o más pasajeros, pero sí ha confirmó que el carril bus-vao de acceso a Madrid en la A2 sería de referencia para el proyecto.
“Es una medida basada en la tecnología y no en la infraestructura, por tanto, mucho más económica, que va a permitir que un usuario vaya parado en un carril mientras ve que otros vehículos van mucho más rápidos en el de al lado”, ha apuntado el responsable de movilidad. Después añadió que es “un incentivo que va a ayudar a la descontaminación y a tener mejores ciudades”.
El papel del carsharing
La Fundación PONS ha explicado que la mesa redonda se organizó en un contexto en que la nueva movilidad urbana está creando un nuevo ecosistema en el que miles de ciudadanos utilizan diariamente patinetes, bicicletas y ciclomotores o turismos para sus desplazamientos diarios en ciudad. La movilidad compartida también fue uno de los temas que se trataron, con el fin de ”reordenar” la nueva movilidad en un marco de seguridad, sostenibilidad y convivencia pacífica entre los diferentes medios de transporte, según la fundación.
En la mesa redonda, los intervinientes expresaron la importancia de reducir el número de automóviles privados en las ciudades, para hacer frente a la nueva movilidad. Para ello, incentivaron el uso de las bicicletas, los patinetes eléctricos, el carsharing o la idea de que los particulares aumentaran su ocupación, para reducir al máximo el número de vehículos que circulan en las calles.
El coordinador de la sesión, Ramón Ledesma Muñiz señaló que poseer un vehículo privado supone a los usuarios un coste medio de 300 euros al mes y que las ciudades están reduciendo entre un cinco y un diez por ciento el número de plazas de aparcamiento.
Para Ordás, esta situación puede servir de impulso a la electrificación de la flota española. Además, todos los convocados coincidieron en la necesidad de cambiar la legislación por una que aporte al carsharing su propio espacio dentro de la ciudad, en lo que respecta, por ejemplo, a los aparcamientos.
Asimismo, el presidente de la Asociación de Vehículo Compartido en España, David Bartolomé, y el director general de la Autoridad Catalana de la Competencia, Marc Realp, opinaron que las licencias a corto plazo favorecerían la competitividad en el sector, aunque no sería viable pensar en ello cuando los costes de entrada fueran elevados.
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