Antes de nada, cabe destacar que las compañías muestran su preocupación en vista de la desaceleración que muestra el crecimiento en su rama de ‘autos’. Siguen creciendo, a finales del tercer trimestre a un ritmo del 2,3%, pero lo hacen por debajo de cómo lo hacían a finales del 2017, cuando presentaban un crecimiento del 3,4%.
Son datos presentados por Pablo Jiménez, responsable de proyectos del Área de Investigación de ICEA, que habló de las tendencias que, dentro del sector del automóvil, afectan a las compañías de seguros.
La prima media, con datos del cierre del segundo trimestre del año, ha frenado su incremento. Y ya se sabe cómo afecta que las aseguradoras perciban menos dinero en las pólizas que los usuarios contratan para sus vehículos.
Además, quiso destacar el hecho de que ahora sea el canal empresas y de compañías alquiladoras, haciendo especial hincapié en el renting, el que cada vez mejor comportamiento presente en cuanto a las matriculaciones. Y esto implica que crezcan las pólizas colectivas frente a las individuales, por lo que “la recaudación es inferior y con un nivel de cobertura en el segmento medio-alto”. Vaya, que perciben menos dinero por seguros con un importante riesgo de coste por futuras operaciones.
La siniestralidad desciende, lo cual es positivo para las compañías, pero la tendencia que presenta el sector a partir de ahora invita a pensar que, dado el nivel tecnológico que ahora incorporan los vehículos (los sistemas ADAS son un buen ejemplo), los costes por reparar los vehículos tiendan a subir.
Comentaba de hecho Pablo Jiménez que la mayor preocupación para las aseguradoras llega ahora justo por los daños materiales, que presentan una cada vez mayor complejidad.
El director general de Centro Zaragoza, Carlos Arregui, destacaba también ese incremento en el precio de las reparaciones poniendo como ejemplo la reparación de un parabrisas, que, en el caso de contar con un sistema ADAS, exigirá la calibración del sistema, con el consiguiente incremento en el precio.
En cualquier caso, la reducción de la siniestralidad (un 38% los alcances en ciudad, un 2% los fallecidos, un 53% los fallecidos por atropello y un 30% los heridos) amortiguará el impacto que para las aseguradoras tendría un sensible incremento en el precio de las reparaciones.
Solo un comentario muy corto:
Al final que las aseguradoras no ganen tanta pasta, de donde la sacaran????
pues como siempre, nos costara la broma a los talleres.