La decisión del Parlamento Europeo de prohibir los motores de combustión interna en 2035 ha provocado una ola de reacciones en expertos de todo el continente. Uno de los últimos en levantar la voz ha sido Hartmut Rauen, director adjunto de VDMA, la Asociación Alemana de Fabricantes de Maquinaria. Para Rauen, Europa abandona «una opción tecnológica sostenible con gran potencial» que tendrá grandes consecuencias desde el punto de vista geopolítico.
El pasado 8 de junio, el Parlamento Europeo aprobaba la propuesta legislativa de la Comisión Europea para la reducción a cero de las emisiones de CO2 de los turismos y los comerciales ligeros que se vendan en terreno comunitario a partir de 2035, lo que a la postre se traducirá de facto en el fin de los motores térmicos a partir de esa fecha. Esto no sólo afectará a los vehículos gasolina o diésel -con la consiguiente paralización de los proyectos relacionados con los combustibles sintéticos-, sino también a los híbridos enchufables, una tecnología en la que los fabricantes están realizando importantes inversiones y que tendrá que estar amortizada antes de esa fecha.
Para Hartmut Rauen, esta decisión significa que «la UE renuncia a su liderazgo en tecnologías de motores de combustión interna», al mismo tiempo que «reducirá la diversidad de tecnologías de propulsión neutras desde el punto de vista climático». Según el director adjunto de VDMA esto «dificultará cada vez más la consecución de los objetivos europeos de neutralidad climática» y, lo que es más importante, «la capacidad de recuperación económica».
Ojo a China y Rusia
El directivo ha querido poner el foco en el error estratégico que esta medida tiene para la Unión Europea, ya que la apuesta única por el coche eléctrico nos deja en manos de terceras potencias: «Rusia y China dominan el suministro de las materias primas clave para la electromovilidad, como el níquel, el cobalto o el magnesio. Esto hace que el abandono del motor de combustión interna sea un riesgo geopolítico importante para Europa».
«Es especialmente lamentable que los eurodiputados no hayan apoyado la idea de un mecanismo de crédito para los combustibles sostenibles y renovables, que habrían resuelto el problema de las emisiones de CO2 sin destruir la tecnología», añadía Rauen. Desde su punto de vista, «el problema no es la tecnología de los motores de combustión interna, sino los combustibles fósiles».
El director adjunto de VDMA espera que los Estados miembros cambien el rumbo hacia la aplicación «de tecnología abierta», algo que considera «importante» para avanzar en el desarrollo de tecnologías de propulsión respetuosas con el medio ambiente también en otros ámbitos, «como la maquinaria de construcción, la maquinaria agrícola, los vehículos municipales y el sector del transporte». Y es que de momento los camiones quedan fuera de esta restricción.