Era un perito quien me enviaba una noticia publicada en la versión digital de El Economista. El titular, rezaba: “Los médicos autónomos piden mejoras a las aseguradoras en las coberturas para operar dentro de los límites”. Y lo que a continuación se contaba me hacía reflexionar…
Primero, en que los talleres no son los únicos que están hartos. Segundo, en que quizá son un buen gremio al que ‘pegar un toque’… ¿Es muy extraño que Cetraa y Conepa llamen a Unipromel -la asociación de médicos de ejercicio libre- para intercambiar opiniones e incluso llevar a cabo acciones conjuntas? Y, tercero, en que hay que hacer partícipes a los usuarios del problema, como de algún modo plantean hacer ellos.
Unipromel quiere establecer conversaciones con las compañías “para negociar una mejora en las vigentes condiciones contractuales”. Dicen que las prestaciones actuales sólo se sostienen por la “vocación y el sacrificio de los médicos al encontrarse muy por debajo de costes”. Vamos, que están empezando a hartarse de trabajar por amor al arte.
Y son prácticas que lo que provocan, más allá de una manera injusta de trabajar para los médicos, son posibles deficiencias en el servicio que reciben los pacientes. Y están dispuestos a hacerles partícipes del asunto, planteando incluso imponer un sistema de copagos.
Y pensaba yo… Ya tienen que tener confianza en la fidelización del usuario para plantear un sistema de copagos en el que el paciente podría cubrir de su bolsillo la diferencia entre lo que paga la compañía a los médicos y lo que realmente vale su trabajo. Aunque, mejor visto, si el médico tiene un fuerte vínculo profesional con su paciente, quizá sería esta la única manera para que los clientes de la aseguradora presionaran a su compañía a que pagara lo justo. Más que nada porque si no lo pagan ellos…
No digo que esto sea aplicable al cien por ciento en nuestro sector, pero sí que es significativo cómo han perdido el miedo. La similitud con nuestro sector es grande: “Si las compañías no mejoran sus baremos de coberturas será la libre relación entre médico y el paciente la que debe prevalecer”, dicen.
Para ello, según explican en la versión digital del medio económico, “a lo largo del próximo año -los médicos- entregarán documentos en forma de factura como parte del contrato privado entre el médico y el paciente, dejando a la compañía la decisión de ‘aceptar el importe completo o una parte acogiéndose a sus criterios y a las condiciones firmadas en las pólizas con sus asegurados”. Y aunque con diferencias, hay talleres que están haciendo algo similar, cobrando la parte de la factura que la aseguradora está dispuesta a abonar y reclamando el resto como corresponde…
El caso es que van a hacer partícipes a sus pacientes del problema. Y les van a informar, trasladando la incomodidad a la aseguradora, que deberá decidir si cubre o no la consulta de su cliente asegurado…
“Creo que las compañías estarán obligadas a negociar este otoño si quieren evitar un grave conflicto y sobre todo una enorme pérdida de reputación y de confianza de los ciudadanos en el sector de los seguros, que presume de excelencia y de buenas prácticas, hasta que se destape que pagan entre 5 y 15 euros por consulta que la Sanidad pública tiene valorada entre 55 y 85 y que en el mercado privado están entre los 80 y 150 euros”, afirma en la noticia Ignacio Guerrero, presidente de Unipromel.
Van a por todas. Hablan de pérdida de reputación… que es lo único que parece doler a las compañías. Tocan la llaga que saben que puede funcionar.
“Lo que en España pagan las 7 compañías más grandes que copan el 80% del mercado no llega a los 10 euros máximo en consultas de primaria y menos de 20 en especialidades y comparado con los 35 euros de Portugal o Grecia o los 40 o 50 de Francia o Alemania o los 100 o 120 de Países Bajos o Reino Unido hacen del médico español de la Sanidad privada el peor pagado de Europa y probablemente del mundo desarrollado”, concluyen.
Creo que la gente está empezando a estar muy harta…
E insisto, quizá no sean un mal aliado para nuestras patronales.
De acuerdo contigo, Carlos. El mal de muchos no debe ser consuelo de tontos. Hay que espabilarse. Nos quitan la comida del plato. Lo triste es que no pasan hambre, es mera avaricia.