El fabricante de frenos Red House ha publicado un vídeo en su canal de Youtube en el que el ingeniero Jon de la Cruz practica una jornada de pruebas alpinas acompañado de Dummys. Gracias a estos muñecos-garrafa pueden simular las condiciones más extremas y desfavorables a las que se pueden enfrentar un equipo de frenos, como si llevaran pasajeros y equipaje a bordo, aunque vayan ellos solos.
“Se trata de bajar un puerto, descenderlo, a una velocidad constante exigiendo al freno el mayor de sus rendimientos. Siempre pisando el freno, sin darle respiro, para de esta manera alcanzar las temperaturas más altas posibles, de 600 o 700 grados centígrados, temperaturas que jamás llegaremos a alcanzar en una conducción estándar”, explica de la Cruz en el vídeo.
Las marcas de automóviles suelen llevar sus coches a lugares remotos y extremos para probar sus coches. La altitud sirve para probar múltiples sistemas, entre ellos, los frenos. “Esta prueba no es obligatoria, es un estándar de las pastillas de freno originales de obligado cumplimiento pero siempre internamente porque pedimos a nuestro material el máximo de nuestros rendimientos porque queremos la mayor seguridad”, asegura el ingeniero.
Con un sistema de captura de datos evalúan las diferentes variables que pueden encontrar en un sistema de frenos, como temperaturas, presiones, recorrido del pedal, etc. “Hoy en día es casi imposible que un coche se quede completamente sin frenos bajando un puerto de montaña. Lo que nunca se debe hacer durante un descenso es ir pisando el freno de manera constante. Hay que darle un respiro para que vaya refrigerando y no llegue a temperaturas muy elevadas, donde el rendimiento es menor”, recomienda el profesional.
Normalmente los dispositivos de retención nunca llegan a recalentarse, y si lo hacen por un mal uso hay que prestar atención a las señales que emiten: el pedal cambia el tacto por uno más esponjoso, se hunde más y con más facilidad, y el coche, por supuesto, empieza frenar menos.