Hace poco escribía en Cochesafondo una noticia de las que a uno le dan una cierta pena, la del fin de la trayectoria del mítico Land Rover. Me refiero al Land Rover de verdad, el que ahora conocemos como Defender, pero que en España siempre había sido el Land Rover Santana.
Ya casi no quedan coches cuyo diseño original se mantenga prácticamente sin cambios durante décadas. Es lógico. Los tiempos avanzan que es una barbaridad y, entre el consumismo en el que estamos inmersos y las necesidades que hemos provocado (necesitamos coches más seguros y eficientes), un último modelo de hace 5 años es hoy una reliquia que ni siguiera puede mantener la distancia con el coche de delante de forma automática.
Los todoterrenos tampoco se han salvado de este frenesí tecnológico. Y menos si se tiene en cuenta que, de alguna manera, el término ‘todoterreno’ tiene un punto de eufemismo, tanto más cuanto más avanza el siglo XXI. Porque uno de los de antes era irremediablemente tosco, incómodo y gastón, pero sobre todo delicado de conducir en carretera. Hace 20 o 40 años quizá la diferencia compensaba. Hoy, en cambio, apreciar su conducción sobre el asfalto es solo cosa de rudos militantes.
Hace ya años que los fabricantes identificaron una tendencia: a las familias, numerosas o no, con necesidad de espacio o no, les gusta un poco más ir en un coche que anime a ir al campo que ir a la compra. Los SUV (Sport Utility Vehicles) han ganado la partida a los monovolúmenes, quizá no del todo en nivel de ventas (la relación precio-espacio manda en este sentido), pero definitivamente en deseo de compra. Y es que no nos vamos a engañar, mola más que tu coche se parezca a un todoterreno que a una furgoneta, por muy lujosa y equipada que esté.
La aparición de los SUV, en cualquier caso, no fue de la noche a la mañana. Varias generaciones de altos y robustos todoterrenos tuvieron mucho éxito más allá de los ambientes rurales. Diría que el Opel Frontera (y algo menos el Monterey) dio un salto, por lo menos estético, respecto al todavía demasiado campero Nissan Patrol; la llegada de los Nissan Terrano II (y Ford Maverick) también fortaleció el segmento, que por abajo tenía a los Suzuki (Santana otra vez…), tanto el Samurai como especialmente el Vitara. Por arriba, qué decir de los Mitsubishi Pajero (vale, aquí hubo que cambiarle el nombre por Montero), los Toyota Land Cruiser y el Land Rover Discovery. Y todavía se podía subir más, con dos lujosas leyendas como la saga Range Rover (siempre) y el Mercedes Clase G (reconvertido con el tiempo). También está Jeep, por supuesto, que se hizo un nombre con el Wrangler y ganó volumen comercial con los Cherokee y Grand Cherokee.
En pocas líneas he repasado varias décadas de coches que han marcado una época, aunque me he dejado unos cuantos. Todos tenían en común con el Land Rover Defender la construcción del chasis a la más antigua usanza, de largueros y travesaños, y una transmisión a las cuatro ruedas con caja reductora. Esas dos características son las que siempre han definido a un auténtico todoterreno.
Todos los demás, muchos de los que han ido llegando a posteriori, son sucedáneos más o menos evolucionados. Algunos tal vez tengan más capacidad trialera, que por algo la electrónica obra milagros. Pero, en el fondo, casi todas las marcas han ido civilizando su oferta campera para convertir a estos coches en familiares vestidos a la moda que se impone. Tan en serio se lo han tomado, que incluso los hacen con tracción delantera. La demanda manda y poco a poco estos todoterrenos refinados, o quizá mejor llamarles turismos elevados, han ido echando a la vieja guardia.
El Land Rover Defender era el principal representante de esta clase de coches en fase de extinción. De hecho, a partir de 2015 solo quedará en cartel el Mercedes-Benz Clase G, del que la marca de la estrella sabe que más pronto que tarde tendrá que presentar un reemplazo. Y sin que uno sea especialmente amante del off-road, como amante del automóvil en general sí siento un cierto duelo al ver que una especie dejará de existir.
Del todo de acuerdo con tu reflexión. Pero nos quedará como legado los Land Rover en las carreteras, los caminos rurales, en las ciudades, en los pueblos, en los cobertizos, en fincas remotas, olivares…..
Algunos en plena forma, otros legermente tocados y otros tantos heridos de muerte…….
Siempre habrá entusiastas que aprecien en mejor automóvil fabricado de todos los tiempos, los más lentos, incómodos, rudos, bruscos pero únicos en su especie.
Inigualables en su hábitat natural OFF ROAD.
Siempre hará afición para adquirir uno de esos magníficos ejemplares, restaurarlo
y ponerlo en plena forma consiguiendo que EL MITO CONTINÚE VIVO¡¡¡¡¡¡