Los inicios de la historia de la compañía especialista en sistemas hidráulicos KYB -proveedor también de Equipo Original- comenzaron hace cien años, en noviembre de 1919, de la mano de Shiro Kayaba, un alumno, dicen, “inteligente y aventajado”, que ingresó en la facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad de Waseda en Tokio (Japón). Y a partir de aquí empieza su andadura.
Tras un año, Kayaba, decepcionado por los métodos de la universidad, decidió dedicar su tiempo a sus propias investigaciones y optó por dejar la universidad y sumergirse en sus propios estudios.
De este modo, Kayaba -que ya tenía patentes procedentes de sus investigaciones independientes-, con la financiación de un empresario que se dedicaba apoyar a “prometedores” estudiantes de la Universidad de Waseda, abrió -con tan sólo 21 años- el Centro de Investigación Kayaba el 19 de noviembre de 1919, que contaba con 30 investigadores. Así nació el predecesor de KYB…
Y el terremoto lo arrasó todo…
Tal y como explican desde la compañía, tras la apertura del Centro de Investigación, la Armada Japonesa enseguida mostró su interés y le hizo a Kayaba una propuesta, que él rechazó al principio. Sin embargo, con el gran terremoto de Kanto en 1923 -que originó incendios en toda la zona, provocando la muerte de más de 140.000 personas y quemó hasta los cimientos el centro de investigación- Kayaba acabó aceptando trabajar para la Armada Japonesa, donde, dicen, su experiencia en hidráulica lo llevó a desarrollar sistemas hidráulicos de aterrizaje y despegue con control remoto en portaaviones, así como sistemas hidráulicos para el tren de aterrizaje de los aviones con el objetivo de atenuar el golpe que provocan los aterrizajes.
Fue en marzo de 1930 cuando todo cambió para Kayaba. Este giro empezó con un ingeniero británico -que viajó a resolver una disputa surgida con la Oficina de Patentes japonesa sobre un tren de aterrizaje hidráulico que él había diseñado- quien al visitar a Kayaba decidió abandonar su propio tren de aterrizaje para difundir el de este último. Así, el diseño del tren de aterrizaje, junto con otro invento de Kayaba -que permitió a los aviones despegar en pistas cortas en medio del terreno montañoso de Japón- le proporcionó fondos suficientes para dejar la Armada y crear, en 1935, Kayaba Manufacturing Co., entidad que hoy en día se conoce como KYB.
…y surgió KYB Corporation
Y cien años más tarde, “el espíritu y la filosofía de Shiro Kayaba, junto con sus estudios e inventos innovadores, siguen vivos en los actuales procedimientos de desarrollo y fabricación de KYB”, aseguran desde la compañía. En palabras de Shiro Kayaba: “Nunca está todo hecho. La capacidad excepcional de la humanidad para progresar reside en la constante búsqueda de una mayor perfección, que es fundamento para el desarrollo tanto de la empresa como de la sociedad humana”.
El especialista en sistemas hidráulicos -cuya sede se encuentra en el Tokio World Trade Centre- cuenta con 89 sucursales, exporta sus productos a más de 100 países y, cuenta con una facturación de 3.500 millones de dólares.
En este sentido, afirman que, de este volumen de negocio, el 68% es relativo a productos de automoción, de los cuales el 46% van destinados a Equipo Original, ya que la compañía es proveedora de OE para, dicen, 1 de cada 5 automóviles en todo el mundo aproximadamente.
Por su parte, KYB tiene la fábrica de amortiguadores KYB’s Gifu North Plant, donde, aseguran, “puede ensamblarse una columna de suspensión cada 8 segundos y un amortiguador cada 4 segundos”, y otras 14 fábricas distribuidas por todos los continentes.
Asimismo, con el propósito, dicen, de optimizar el desarrollo y el test de los amortiguadores antes de su lanzamiento al mercado, en 2011 KYB invirtió más de 35 millones de dólares en la construcción del KYB Testing Centre, cuya área supera los 580.000 metros cuadrados.
“Estos 100 años recorridos nos inspiran para mirar el futuro con el desafío de seguir innovando y mejorando nuestros productos, así como el servicio que damos a nuestros clientes”, concluyen desde la empresa.